viernes, 14 de octubre de 2011

Octubre


Octubre, ebrio y disperso,
que te derramas sobre el mundo
al amor de la lumbre
tiñendo de ocres el universo.
Carnaval de frutos secos y fecundo
castaño noble como techumbre
de los cielos plomizos en cuyo anverso
galopa alocado tu viejo bosque vagabundo.
Luna de otoño, luna que alumbra la incertidumbre
de las noches tristes en las que converso
con mi amor más sincero y más profundo;
luna bendita que iluminas por costumbre
los feraces huertos, antes feraces pero adversos,
mientras las frutas del bosque y la legumbre
adornan de bienes el campo moribundo.
Sinsentido cromático envuelto en rocío,
paleta divina de un pintor loco e inverso
que vuelca sus tintes y sus alcoholes en el azumbre
de su sueño antes lleno y ahora semivacío.
Octubre, ebrio, disperso y errabundo,
que asesina las hojas con saña y la mansedumbre
del chiquillo perverso.
Octubre, ebrio, disperso y meditabundo,
que lo llenas todo de decadencia y herrumbre,
¿no mereces siquiera un verso?



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