jueves, 30 de junio de 2011

San Juan.


Cae la luna lenta sobre colchones de estrellas, incapaz de dormir tras el calor que el Sol le ha dado. Cae la noche lenta de San Juan, como un telón dormido, como un telón sin sueño.
Y florecen leyendas encantadas, pastores que enamorados entregan todo al influjo de su amada. En su larga cabellera los reflejos del Sol permanecen, primigenios y aúreos, para esclavizar voluntades.
Corta es la noche de San Juan, mas larga es su historia. Desde los fieros acantilados de Cedeira hasta las entrañables playas de Denia; desde los roquedos salvajes de Cadaqués hasta las marismas sosegadas de Sanlúcar. Todos ellos encienden fuegos que abrasen las maldades y purifiquen los deseos. La llama como una especie de arte renovador, camino de silencio, tostador de miserias y podredumbres del alma.
Cae la luna lenta sobre las brasas en que miles de historias arden y se elevan contra colchones de estrellas. Cae la noche lenta de San Juan, y su telón dormido cubre el lado oculto del alma, manguerazo frío que pule las piedras y los pecados.
Y florecen leyendas encantadas, inconfesables ramas de un tronco verde que el fuego riega. Y aunque la noche de San Juan es corta, larga es la hoguera que quema vanidades y prejuicios; como si entre las brasas del amanecer los pecados pugnaran por reavivar un voto pasajero.

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