sábado, 28 de mayo de 2011

El cielo de Castilla.

El cielo de Castilla lo ocupa todo. Sus algodonosas nubes se dirían los barcos que nunca tuvo esta tierra seca, como si el mar se hubiese dado la vuelta en un alarde de locura. Y anclados en sus imaginarios amarres, esperan pacientes la mañana para partir.
Desde sus mástiles de tierra, los aldeanos miran el mar, el mar que nunca bañó Castilla. Y levantan airosas torres que apuntan a su cielo, Cristos de barro, hieráticas Vírgenes, en la esperanza de bañar siquiera un poco sus terruños miserables.
Pero apenas llueve en Castilla; el mar se les dió la vuelta a estos guerreros y las únicas venas que surcan su cuerpo son polvorientos caminos que llevan a polvorientos caminos más anchos. Maremotos de cielo. Adobe y hambre.
Y sus gentes, arrugadas y fieras, intentan medrar hacia el azul; negra sombra que a nada alcanza. Porque el esperanzador oleaje se rompe al ocaso, y el cielo y el mar de Castilla se apagan. Y los barcos se alejan, y los árboles quedan llorando en el rompeolas como el criado viendo partir a su amo sin haberle dejado limosna.








Y los aldeanos construyen atalayas, no para defender la tierra, sino para tocar su mar. Porque el cielo de Castilla se ríe de ellos, inalcanzable gestor de sombras.




Por eso llenan sus puertos de barcos de adobe y paja, cascos relucientes de teja vieja que nunca probarán la sal. Y envejecen sin destino llorando por las olas que todas las tardes les recuerdan quien son.

Fotos: Urueña y Villanueva de los Caballeros (Valladolid).

2 comentarios:

  1. Así es mi tierra, yerma y brava. La conoces bien y la describes mejor. Si es que cuando te pones......te pones Pren.

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  2. ¡Qué bonitas las fotos! Estás hecho un artista!
    ¡Cómo me gustan los cielos interminables llenos de nubes! Es lo único que echo en falta cuando estoy en Barniedo.

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